“Así, la empresa maquilla sus estadísticas y proyecta una eficacia que no existe, dejando a miles lidiando con la oscuridad y la frustración”, escribe el profesor Luis Y. Ríos-Silva
- Luis Y. Ríos-Silva, profesor universitario
- 26/08/2025
En Puerto Rico, el malestar hacia LUMA Energy ya no es solo por los frecuentes cortes de luz. Se agrava por un fenómeno que muchos consideran un “otro apagón”: la costumbre de cerrar reportes de avería como “resueltos”, aunque el problema nunca se atienda realmente. Ciudadanos que buscan seguimiento se topan con la respuesta de que “no hay caso abierto”, aunque hayan reportado la falla días antes. Así, la empresa maquilla sus estadísticas y proyecta una eficacia que no existe, dejando a miles lidiando con la oscuridad y la frustración.
El representante José “Cheíto” Hernández ha denunciado públicamente esta maniobra, reclamando una auditoría urgente del sistema. La situación afecta a miles, incluyendo adultos mayores y personas médicamente vulnerables, que dependen de energía constante. Lo más alarmante es que este patrón no es exclusivo de LUMA: empresas multinacionales de servicios esenciales replican la táctica. El esquema es sencillo: cada compañía impone un plazo para resolver. Al cumplirse, cierran el caso como gestionado o como “cliente no localizado”. En los informes todo parece bajo control; en los hogares, persisten las penurias.
El origen está en los incentivos corporativos. Los reportes de desempeño son clave ante las matrices internacionales —de ellos dependen bonos y contratos—, privilegiando las estadísticas sobre el servicio genuino al cliente. Así, se construye un sistema que premia ficciones numéricas y abandona la realidad puertorriqueña.